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Luis Ángel GARCÍA CASTRESANA
Folleto de “Unión Química del Norte de España”.
Foto: Archivo Dow Chemical (Axpe, 2001).
Este trabajo de investigación tomó como punto de partida la teoría tradicional defendida por autores como Bernal, Tortella y Nadal, partidarios de la tesis que presentaba el establecimiento de la Industria Química, sustentado en los sectores productivos tradicionales y previamente asentados en las respectivas economías nacionales. Sin embargo, en los últimos tiempos ha surgido otra corriente de opinión defendida por algunos historiadores de la química, como Homburg, que se inclinan por conceder un mayor grado de independencia a la evolución del sector químico. En la tesis doctoral a la cual se hace referencia en estas líneas, se concluye que la mayor parte de los subsectores de la Industria Química ubicados en Bizkaia, surgieron en virtud de las demandas de otros sectores productivos; aunque es bien cierto que una vez implantado el sector en el territorio histórico, éste adquirió personalidad propia y se desarrolló a un ritmo creciente y superior al de otros sectores.
Resulta evidente que la producción industrial de sustancias químicas llegó con retraso al Estado español respecto a Europa, siendo así que el primer establecimiento del sector químico de producción industrial se produjo en 1872 en la localidad vizcaína de Galdakao y fue concretamente la factoría denominada popularmente “La Dinamita”. Se trataba de la quinta fábrica en el mundo, capaz de fabricar el explosivo patentado cinco años antes por Alfred Nobel. El hecho de que así fuera, venía precedido por las acertadas gestiones de la burguesía bilbaína, quienes enviaron delegados a París (los Sres. Errazquin y Chalbaud) para convencer a Nobel y a los inversores franceses, de la idoneidad de fabricar dicho explosivo en Bizkaia. Los argumentos que condujeron a llevar a buen fin la operación fueron las posibilidades de localización estratégica que le brindaba el territorio, así como el amplio mercado existente para sus productos en sectores como el minero, siderúrgico y de infraestructuras en obras públicas (Puerto de Bilbao, construcción de líneas de ferrocarril, etc.) ubicados en el territorio. Además, Bizkaia contaba con una buena infraestructura financiera (Banco de Bilbao), así como con diversas asociaciones empresariales (el Consulado de Bilbao desde 1511, que daría lugar en 1886 a la Cámara de Comercio, que fue la primera en España) y el ya mencionado plan de infraestructuras en redes de comunicación, que harían posible la rápida distribución de los productos a los diferentes mercados.
Así pues, el retraso con que llegó el sector químico a Bizkaia, fue debido en parte a que la burguesía bilbaína no lo consideraba atractivo para sus inversiones (el montaje y posterior explotación de las fábricas resultaba costoso, para las pocas expectativas de negocio que despertaba y la escasa demanda interior de productos químicos). Además, el rumbo que habían tomado las instituciones oficiales, de claro corte librecambista, con la eliminación de los derechos arancelarios, no invitaban a la producción interna sino a la importación de productos, principalmente a corto plazo.
Imagen del anagrama de “La Dinamita” (finales siglo XIX).
Foto: UEE. Archivo UEE-maxam.
La industria química vizcaína ha mantenido desde sus inicios y especialmente en los tiempos de coyunturas más problemáticas y extremas, una amplia visión estratégica del problema de abastecimiento de los productos necesarios. Las patentes Nobel de dinamita para las minas y las obras públicas, el alquitranado para las traviesas de ferrocarril en “L’Èglise”, e incluso empresas que fueron pioneras en su negocio, como la del escualeno de “Etchart”, o los primeros superfosfatos de Logrosán y el Magreb, impulsados por “La Cantábrica”, en una clara diversificación de “Unión Española de Explosivos”, son buena prueba de la celeridad con que el empresariado vizcaíno supo apostar por el sector.
Uno de los puntos fuertes y decisivos para la implantación del sector químico en Bizkaia, resultó su localización estratégica y sus infraestructuras de logística y transporte. Siguiendo estas premisas, se fundó “La Dinamita” en 1872, bajo Privilegio otorgado por Amadeo de Saboya, en función de la cercanía a las minas y como quinta empresa en el mundo con la patente de Nobel, para satisfacer no solo el mercado vizcaíno, sino la demanda de la cuenca mediterránea y de Sudamérica del nuevo explosivo. En 1885 se fundó la empresa “Pirotecnia Astondoa” ubicada en la localidad de Villaro y dedicada a la fabricación de pólvoras para artículos pirotécnicos y que hoy en día sigue teniendo estructura familiar en su cuarta generación. En 1913 se constituyó “L’Èglise et Cie.” empresa que pasó a denominarse “Maderas y Alquitranes” y cuya implantación en la margen izquierda de la Ría obedecía a la fabricación e impregnación de brea la demanda de traviesas de ferrocarril necesarias para los nuevos tendidos que partían de Bilbao y para aprovechar la materia prima proporcionada por Altos Hornos de Vizcaya. Con posterioridad, en los años 50, “Dow” se implantó en España, al entrar en el accionariado de “Unión Química del Norte de España”, con la finalidad de producir además de para el mercado interior, para la exportación del área mediterránea, caso de la fabricación del dióxido de titanio, con gran demanda en el mercado de las pinturas. Para ello, construyó una nueva planta para fabricar ácido sulfúrico por el método de contacto, que utilizaba piritas de hierro como materia prima para obtener dióxido de azufre; de este proceso quedaban cenizas de pirita como subproducto, que eran trasladadas a la cercana empresa “Metalquímica del Nervión”, donde se procedía a la recuperación del cobre, quedando mineral enriquecido en hierro, que era adquirido por Altos Hornos, con lo cual se cerraba el ciclo de la pirita.
También en Vizcaya, tuvieron un lugar de privilegio las empresas de pinturas y tintas de impresión, como es el caso de “Machimbarrena y Moyúa” o de “Pinturas International”, “JUNO”, “Prisma” y otras.
Tras la Guerra Civil y en pleno boicot de las democracias occidentales al régimen franquista, la industria química vizcaína fue ejemplo del esfuerzo que fue necesario acometer, debido a la necesidad de sustituir las importaciones. Así surgieron las empresas de abonos y fertilizantes que lideraron el sector en el panorama químico español durante las siguientes décadas: “SEFANITRO”, “Industrias Químicas Canarias”, “Cóndor”, etc.
Taller de encartuchado.
Foto: UEE. Archivo UEE-maxam.
Los años sesenta supusieron una fase de expansión, dirigida por sectores como el del plástico, fibras sintéticas y los fertilizantes. La mayor parte de estas empresas mantuvieron relaciones con grupos multinacionales, que aprovecharon la oportunidad para acceder a mercados más comprometidos. Todo ello se truncó en los setenta y significó el cierre de numerosas empresas y una reordenación del sector. Ello implicó la concentración o absorción de numerosas empresas por grupos multinacionales.
Como conclusión se puede indicar que Bizkaia ha pasado de contar con 11 empresas entre las cincuenta primeras en España en el sector en 1959, a disponer de 5 en 1973 y una, aunque la sede se encuentra en Madrid, en 1997. Otros factores como la contaminación ambiental, la deslocalización de empresas y los incipientes movimientos ecologistas, también afectaron de forma negativa al sector.
La actual crisis económica ha dejado sentir sus efectos en el sector, que se ha visto arrastrado por la baja actividad de sectores como el de la construcción y el automóvil, lo cual ha afectado a dos subsectores tractores, como los plásticos y los derivados del caucho.
Cabe resaltar como aspectos positivos que si en el siglo XIX las empresas químicas líderes eran de tipo productivo, durante el siglo XX, denominado “de los polímeros”, dicho liderazgo se trasladó hacia empresas transformadoras, y para el siglo XXI se abre un futuro prometedor y de una gran proyección para las empresas de reciclaje y concretamente en Bizkaia se espera inaugurar en el año 2012 una planta de Tratamiento Mecánico Biológico – TMB, que será la primera de este estilo en España, así como una Planta de Compostaje.
Utensilios utilizados en pirotecnia.
Foto: Hermosa y Aledo, G.
Durante los últimos 25 años, la Industria Química vizcaína ha conseguido rebajar las emisiones de gases de efecto invernadero hasta un 20%, similar al consumo energético, adoptando medidas de eficiencia energética en sus procesos.
La Industria Química es el sector que emplea mayor número de investigadores en sus empresas. También es el sector líder en adoptar medidas en materia de protección del medio y en seguridad de las instalaciones y las personas.
Este trabajo se corresponde con las principales conclusiones de la Tesis Doctoral “Historia de la implantación el el desarrollo de la Industria Química en Bizkaia”, que fue defendida por Luis Ángel García Castresana, el 29 de abril pasado en la Facultad de Ciencia y Tecnología de la UPV-EHU de Leioa, para optar al grado de Doctor Ingeniero Industrial y que obtuvo la calificación de “Sobresaliente cum laude”. El Tribunal estuvo compuesto por: D. Pascual Román Polo (Catedrático de Química Inorgánica de la Universidad del País Vasco; D. Pedro José Campos García (Catedrático de Química Orgánica de la Universidad La Rioja); D. Manuel Castillo Martos (Catedrático de Historia de la Ciencia de la Universidad Sevilla); D. Ernesto Cilleruelo Carrasco (Catedrático de Organización de Empresas de la Universidad País Vasco); D. Raúl Rodríguez Nozal (Profesor Titular de Historia de la Ciencia de la Universidad de Alcalá de Henares).
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